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En unas semanas, sabemos, iniciará la campaña por la gubernatura de Chiapas. El camino, como todo proceso proselitista, será intensamente largo. Por ese motivo, será muy interesante poder atestiguar lo que es, sin duda, un ejercicio sumamente atractivo por los componentes que, desde este momento, se están generando en vísperas del inicio. De entrada, el sur del país, para efectos políticos, constituye uno de los principales epicentros del lopezobradorismo. Así lo reconocen las propias encuestas que miden el termómetro social.
Justo en este momento, Morena se ha mostrado imponente en Chiapas. De acuerdo con la encuesta de encuestas, Eduardo Ramírez, candidato de la coalición “Seguimos Haciendo Historia” encabeza las preferencias de todos los estudios que, a lo largo de estos días, hemos podido analizar con base en la metodología. El último corte de caja, de hecho, coloca al Jaguar Negro con 46 puntos de distancia a su favor. Eso es visto, a unos días del arranque, como un trecho potencialmente holgado. O, si nos referimos a términos más reales, a un triunfo anticipado que, desde cualquier punto de vista, tiene el excoordinador de los senadores de Morena en la bolsa.
Con esas condiciones, antes del arranque, el Frente Amplio por México necesita de un milagro para meterse— al menos— al clima de la competitividad. Desde mi punto de vista, no veo por donde pueda la oposición encontrar una puerta para cautivar al electorado en Chiapas. Quizá, como lo han hecho desde el cuarto de guerra de Xóchitl, utilicen la manipulación sucia o las campañas propagandísticas para intentar buscar una reacción de la ciudadanía. El problema de ello es que, de manera paradójica, la maquinación no es suficiente y, de paso, no sirve absolutamente de nada. Al contrario, el movimiento lopezobradorista— con el apoyo del pueblo— ha resistido lo embestida.
Eduardo Ramírez sabe que, una vez comenzada la campaña, la oposición utilizará cualquier mecanismo pernicioso. No es necesario ser muy persuasivos para anticipar ese hecho. Inclusive, el Frente lo ha venido haciendo en contra de Claudia Sheinbaum de una forma descarada. Sin embargo, Ramírez está más que preparado, nos cuentan, para encarar un ejercicio proselitista de mucha altura, pero sobre todo de propuestas que fortalezcan las políticas públicas que ha impulsado la 4T. Seguramente será así, pues el proyecto de gobierno, desde este momento, debe ser una prioridad para el candidato de la izquierda, máxime cuando las encuestas auguran un escenario irreversible.
Estamos hablando, desde luego, de más de 46 puntos de ventaja. Seguramente la proporción se moverá mínimamente. De hecho, el efecto que ha provocado Eduardo Ramírez, desde hace meses, constituye una gran base social. Ese respaldo popular, a su vez, es la fuerza que alimenta al vehículo de competencia. Hablamos del electorado que, desde este momento, ha tomado una decisión de mantener al partido gobernante en el poder institucional.
Estos días, a propósito, Eduardo Ramírez tomó posesión como candidato del PT, pero también del Partido Verde Ecologista de México. Ambas fuerzas, en efecto, son aliados de Morena a nivel nacional. Eso, por supuesto, lo ha llevado a ganar más simpatizantes y terreno. De hecho, Ramírez ha tenido el mérito de construir y cohesionar hacia dentro con todas las fuerzas políticas que han decidido sumarse a la causa. Debemos recordar que, en Chiapas, el Jaguar Negro se ha convertido en un fenómeno social que, años atrás, consolidó su liderazgo. Lo hizo, queda claro, como coordinador de los senadores de Morena durante su lapso como legislador y líder. A su vez, fue partícipe en la aprobación de una serie de reformas constitucionales, especialmente en temas fundamentales para el desarrollo del país.
Por eso y por muchas razones, Eduardo Ramírez ganará la elección presidencial. Se ha mantenido con un nivel político sobresaliente y, a su vez, está listo para encarar el reto más grande de su carrera política. Tiene, desde este momento, 46 puntos de ventaja, de acuerdo con la encuesta de encuestas que mes con mes se divulgan. Eso, desde luego, es una señal clara de lo que viviremos el próximo dos de junio. Es un trecho imponente y, de paso, imposible de superar a estas alturas, máxime cuando— a lo largo y ancho de Chiapas— la figura del Jaguar Negro está potencialmente consagrada.
Eduardo Ramírez será el gobernador de Chiapas, que no quede duda de ello.