Elecciones en Edomex y Coahuila, un crucial termómetro electoral para el futuro de México

Exdiputada federal, asesora de la AC Impulsa y colaboradora del STUNAM

Los resultados de las elecciones en el Estado de México y Coahuila serán el mejor termómetro para medir si la oposición tiene la reciedumbre necesaria para convencer a la ciudadanía de que su voto en las elecciones de 2024, será determinante para evitar que Morena gane de nuevo la Presidencia de la República y logre esa mayoría calificada que anhelan en el Congreso, la cual le permita aprobar cambios constitucionales a modo, que le otorguen el poder absoluto.

Sin embargo, más allá de los procesos estatales, el de la sucesión presidencial enfrenta ya escenarios complejos y conflictivos. También Morena, corre el riesgo de una fuerte escisión. Los grupos que apoyan a Marcelo Ebrard y Adán Augusto López han advertido que no aceptarán la imposición de la candidatura de Claudia Sheinbaum a la Presidencia de la República.

En tanto, la apuesta de la oposición es formar una alianza plural para evitar fracturas en la carrera presidencial. Sin embargo, a pesar de que hay más de 20 aspirantes a la postulación, no ha surgido todavía una figura visible que pueda lograr la unidad que necesita la oposición para derrotar al partido en el gobierno. Quizá un candidato ciudadano pudiera ser la alternativa que se necesita para lograr la victoria en los comicios presidenciales.

Además de seleccionar un candidato sólido y ampliamente aceptado, la oposición debe trabajar en la creación de una plataforma electoral moderna que priorice la opinión de los ciudadanos. Es esencial realizar investigaciones de campo para entender a los votantes, sus necesidades actuales, las tendencias electorales predominantes y formar una estructura que genere presencia y compromiso en el territorio. El candidato de la oposición deberá ser una persona respetada, apasionada y segura, con la sensibilidad política y social necesaria para proponer soluciones a los problemas que los mexicanos enfrentan debido a la inseguridad, la crisis económica y la falta de servicios de salud y educación de calidad.

Además, el candidato deberá tener una sensibilidad extrema para atender y generar propuestas para las mujeres víctimas de violencia, las madres de familia que ya no cuentan con el apoyo de las estancias infantiles, y también para los artistas, científicos, trabajadores del campo, la clase media y los empresarios que han sido gravemente afectados por el gobierno.

Ya en 2021, la oposición demostró en la Ciudad de México que puede arrebatar posiciones políticas al partido en el gobierno. Por lo tanto, es crucial que la alianza triunfe no sólo en Coahuila, sino especialmente en el Estado de México –vital por el número de votantes, estimado en aproximadamente 12 millones 705 mil electores–, o se pondrá en riesgo la candidatura presidencial de unidad, y el PRI y el PRD quedarán prácticamente eliminados del sistema de partidos.

Es importante insistir en una propuesta viable, realista y no populista, y en la formación de un gobierno de coalición. Sin embargo, para lograrlo, primero es necesario que los líderes de la oposición dejen de lado sus intereses personales y trabajen por el bienestar del país. De sus decisiones depende no sólo la supervivencia de sus partidos, sino también el futuro de México.

A nadie conviene la polarización política y la radicalización y mucho menos ignorar o tolerar los ataques a la Suprema Corte de Justicia y especialmente contra la ministra presidenta Norma Lucía Piña. Analistas políticos advierten sobre los riesgos de perder los contrapesos en el país, como el que representa la SCJN y los órganos autónomos como el INE y el INAI. Si Morena gana la mayoría en el Congreso de la Unión, el país podría enfrentar de lleno una crisis política o de constitucionalidad, porque ya no se contaría con ningún instrumento para frenar las ocurrencias presidenciales en el Poder Legislativo o no se tendría acceso a los delirantes proyectos gubernamentales, ni conocer el destino de las cuantiosas inversiones con dinero de los mexicanos.

En la recta final, hasta hoy, el saldo político-administrativo es negativo. No sólo no se ha mejorado la calidad de vida de la población, ni alcanzar los demagogos niveles de crecimiento prometidos, ni el aparato de salud se ha acercado un solo milímetro al de Dinamarca. Es un caudal de fracasos que sólo aprecia como grandes triunfos la mente del inquilino de Palacio, sin que sus colaboradores y asesores se atrevan al menos sugerirle un cambio de rumbo. Por el contrario, el escenario apunta al incremento del autoritarismo, el predominio del crimen organizado por los cuatro puntos cardinales del país y los anatemas y la permanente confrontación social, atizada desde el púlpito de “las mañaneras”, sin el menor respeto al conglomerado social del país.

Como prueba, ahí está la reacción ciudadana del domingo pasado, cuando organizaciones civiles y ciudadanos retiraron el plantón de los vándalos que permanecía afuera de las instalaciones de la Suprema Corte de Justicia de la Nación “en protesta” –dijeron los vociferantes quienes recientemente fueron apoyados por el gobernador de Veracruz Cuitláhuac García y sus huestes–, por las decisiones que han tomado los ministros.

Los ciudadanos, sin vinculaciones ni ligas partidistas con la oposición, concurrieron libre y voluntariamente y actuaron en consecuencia. Lo que pasó no es más que resultado del distanciamiento que existe no sólo entre sociedad y gobierno, sino también su desapego a los partidos políticos tradicionales, que los han dejado de representar. Urge un cambio. Ojalá las próximas elecciones den prueba de ello.

Exdiputada federal, asesora de la AC Impulsa y colaboradora del STUNAM