Postigo
En busca de un líder
A la derecha la rebasa el protagonismo de sus posibles líderes por eso no ha podido cohesionarse, la derecha en México necesita una cabeza que no sea el candidato de esta fracción política para la Presidencia de la república, sino su conductor, aunque, dada la carencia de personas con autoridad moral en sus filas debería hacerse el intento de hacer dos funciones en una sola persona.
Más allá de cuestiones subjetivas y objetivas que deben caracterizar la personalidad de un líder, está la forma de comunicar la causa de su liderazgo, sobre todo en momentos de sequía de personajes importantes dentro de la derecha mexicana.
Mientras más tiempo transcurra sin líder, la derecha tendrá más problemas para encontrarlo, porque una vez con algún prospecto, debe inspirar confianza. Tanto tiempo sin dirección, desgasta a la derecha y la margina paulatinamente de la escena política.
La falta de confianza efímera se convierte en desconfianza permanente sobre la derecha en general, que, al no tener líder, pareciera deambular sin rumbo con el único fin de derrotar al enemigo, pero a base de declaraciones, a veces falsas o exageradas, y sin mayor arsenal político que el histrionismo de sus oradores y militantes.
Porque los medios convencionales y la derecha han hecho mancuerna sin contenidos sólidos, lo que complica el camino hacia la confianza que debe emanar de los líderes auténticos, porque quien encabece la derecha debe ser auténtico, es decir debe ser de derecha, que es el problema que han tenido los remedos de conducción conservadora. Ahí está Marko, Creel, Xóchitl, Julen, Kenia, Anaya, Dante, Alito, etc.
El liderazgo tiene como esencia la permanente transformación, la cual debe aparecer en el seno de su práctica política estancada y poco visionaria, cuyos principales proyectos son el regreso al pasado. Afirman que quieren de nuevo el seguro popular, las asociaciones civiles, la vuelta de las fundaciones, etc.
La primera tarea del nuevo líder de la derecha es organizarla, lo cual pareciera una tarea titánica que debe llevar años; luego, conducirlos a fines comunes, los cuales se encuentran desperdigados entre intereses personales, protagonismos, gestorías de lujo, gerencias de empresas extranjeras, egoísmos obsesivos, etc.
La derecha mientras más se esfuerza en encontrar un líder menos lo encuentra porque ha pasado tanto tiempo sin alguien al frente que le quedan grandes todas las expectativas de una derecha ansiosa de liderazgo, en espera de ese Mesías conservador que los conduzca a la Presidencia prometida. La misión de crear una nueva derecha es otro reto, porque la actual expresión conservadora, es evidente que exhibe retrocesos graves.
El ejercicio sistemático de oponerse a todo, impide la evolución de las ideas propias de la derecha que se extraviaron y se olvidaron de renovarlas. Así, el liderazgo de la derecha es apenas un feto.