En la actualidad, todo sistema democrático que pretenda ser considerado como eficiente e incluyente debe contemplar dentro de su conformación a la participación ciudadana.
Son las y los ciudadanos quienes deben de coadyuvar en la defensa de sus derechos, pero también tomar consciencia de sus deberes, por lo que las autoridades y organismos públicos, tienen la obligación de allegarles los espacios necesarios para que esa participación se pueda tutelar desde la legislación, hasta su materialización en la ejecución de la misma. Ello con el ánimo de conseguir un verdadero involucramiento de la cultura cívica y política, que refuerce el ejercicio de la democracia.
En nuestra ciudad históricamente se ha trabajado un modelo de democracia representativa a través de figuras tales como los Comités Ciudadanos que en su origen se denominaron “Comités Vecinales” y ayudaron a las y los ciudadanos a apoderarse de espacios de toma de decisión y establecer un vínculo de contacto más cercano con las autoridades de las demarcaciones. Estas figuras, sin duda han logrado que un sector de la población de la Ciudad de México se vaya involucrando en temas propios de la comunidad y generen una estrecha relación con la atención de sus propias necesidades.
En la evolución legislativa que ha tenido este tema desde 1995 y hasta la fecha, desde mi experiencia como miembro del Comité Vecinal de la colonia San Simón Ticumac del año 2000 a 2005, es posible afirmar que este mecanismo ha buscado el mismo objetivo: lograr un vínculo entre la población de una determinada colonia o unidad territorial y las autoridades de esa demarcación.
Así, resulta notorio que con el paso del tiempo ha habido avances en el modelo organizativo, aun con la dificultad que representa que los ciudadanos no tengan una verdadera cultura democrática.
No está de más analizar que el fortalecimiento a través de capacitación a los integrantes de los mismos, generarían modelos de organización democrática posiblemente más eficientes, dentro de sus propias dinámicas.
De este modo, el desenvolvimiento entre los propios Comités, los vínculos de interacción con las demarcaciones territoriales y la autoridad local, facilitaría su forma de trabajar a favor del mejoramiento de las colonias de nuestra Ciudad de México.
Flor de Loto: “Uno por uno hacemos la diferencia”.
•Especialista en Derecho Constitucional
y derechos humanos