Es probable que no estemos acostumbrados a escuchar esta palabra, pero también es altamente probable que muchas personas practiquen este hábito con bastante frecuencia.
La persona intrusiva no solo es aquella que es "metiche", es decir, quien se mete en los asuntos ajenos.
Ser intrusivo implica irrumpir. Ser un intruso. Y un intruso no solo es el que se cuela sin invitación a un espacio físico. También lo es quien irrumpe en el "espacio" personal de otros, incluido su tiempo, su disponibilidad o su atención, por ejemplo.
¿Cuántas veces no parecemos tratar de imponer en una plática nuestra propia opinión por encima de los demás, "acaparando” la atención, o el número de intervenciones?
Es muy probable que no nos percatemos de que ya hemos hablado demasiado, o hemos aburrido con la plática demostrando nuestro interés por ser el centro de atención; pero ¿qué pasa con el tiempo y el interés de las demás personas?
En alguna ocasión, enmedio de una reunión social, una amiga se me acercó con la intención de escapar de alguien que intentaba "hacerle la plática". Ella me contaba que venía huyendo de él porque la estaba "acatarrando" (como un catarro) y se puso a platicar extensamente conmigo, sin preguntarme si yo quería escucharla. Al final, yo también terminé "acatarrado".
Las personas no suelen preguntar o estar al tanto de si su intelocutor tiene interés por escucharlas.
Bajo el principio de "no hacer a otros lo que no me gustaría que me hagan a mi" procuro en mis conversaciones ser breve y concreto, tratando de no "robar" a otros demasiado tiempo de su atención. A fin de cuentas el uso de nuestro tiempo es el recurso más valioso del que disponemos los seres humanos.
Pero la intrusividad no es exclusiva del ejercicio de comunicación oral. Cientos de mensajes no deseados nos son "impuestos" en los chats de whatsapp o en las redes sociales. Quien tiene interés en un tema y desea que los demás compartan su interés, no suele preguntarse si a los demás miembros de un grupo les gustaría entrar en contacto con el asunto. No importa. "Que lo lea quien quiera, y quien no, que lo ignore", se piensa.
Si al leer estas líneas te vino a la mente alguna idea como "ya de todo se quejan", "ahora hay que cuidarnos hasta de cuanto tiempo hablamos" o alguna otra similar, se debe a la normalización de un esquema social en el que se fomenta el peso o la prevalencia de unos sobre otros.
Flor de Loto: Todos queremos ser escuchados, pero pocos saben realmente escuchar a otros (a veces, mientras "escuchas" a alguien, tu mente ya está pensando en otras cosas, incluso en lo que vas a responder, en vez de simplemente poner atención).