Columnas
Siempre he sostenido que la Universidad, la UAM (Universidad Autónoma Metropolitana) me cambió la vida. Sentó las bases sólidas de mi profesión, el pensamiento crítico y de análisis inculcado en las aulas hicieron que entendiera con otros ojos el pasado, el presente y futuro del país. Fue en la universidad donde fui a mis primeras manifestaciones, me abrió paso al mundo laboral y amplió mi visión del mundo. Es decir, la UAM me enseñó a pensar, a soñar y a luchar.
Por lo anterior y como politóloga no puedo guardar silencio ante los recientes hechos arbitrarios que se han presentado en la UAM Iztapalapa, Unidad de la cual soy egresada, y que está lejos de los principios de innovación, desarrollo humano y democrático de su creación.
Las universidades como espacios de conocimiento y raciocinio han sido fundamentales en movimientos sociales en búsqueda del reconocimiento y respeto de derechos, en la exigencia de justicias y libertades. El feminismo ha sido una corriente, que los últimos años ha cobrado auge, a partir del movimiento MeToo en el mundo y que llegó a las universidades mediante los tendederos como una expresión de denuncias públicassobre todo en materia de violencia sexual. Lo anterior no solo tuvo como resultados la implementación de limitados protocolos contra la violencia de género sino también de acoso laboral, donde resulta que las autoridades fungen como juez y parte.
Actualmente hay una denuncia pública por parte de trabajadoras de la Sección de Difusión de la UAM Iztapalapa en contra del Coordinador de Extensión Universitaria y de la propia jefa de Sección. Argumentan que desde la llegada de Rodolfo Palma Rojo a la Coordinación de Extensión Universitaria, las trabajadoras de la Sección de Difusión han sido violentadas, a tal grado que interpusieron una denuncia a través de la Unidad de Acción para la Prevención y Erradicación de la Violencias de Género, la Inclusión con Equidad y el Respeto a las Diversidades (Unigénero), en las que después de un largo proceso, la resolución fue a favor de las denunciantes, la sanción al Coordinador Palma Rojo fue tomar un taller sobre violencia de género y una disculpa pública. En la que cabe señalar que la disculpa fue frente al Secretario de la Unidad y la Abogada Delegada, es decir más que pública, fue una disculpa privada.
Las agresiones no han quedado ahí, de acuerdo a las trabajadoras las acciones de hostigamiento laboral y violencia han continuado con la actual Jefa de la Sección de Difusión Catalina Miranda Gasca, quien presuntamente es del equipo cercano al Coordinador. Dichas denuncias ya llegaron al Secretario de la Unidad, quien de acuerdo a las víctimas ha expresado que ellas están regidas por el Contrato Colectivo de Trabajo y las autoridades bajo otros lineamientos.
Las agresiones denunciadas no se limitan al hostigamiento, han escalado a la monopolización de los espacios de trabajo públicos, incluso al despido injustificado de personal que encabezaba proyectos trascendentes. De comprobarse lo anterior es lamentable para la UAM-I, recordemos que ha inicio de año el CEDE sufrió un atentado del que salió avante, recientemente el Coordinador de Sociología renunció al cargo por acoso laboral.
Qué más tiene que pasar para que las autoridades dejen de cegarse, para entender que los tiempos han cambiado y que los abusos de poder en estos tiempos ya no tienen cabida y menos en una Universidad.
Viviana Islas Mendoza Colaboradora de Integridad Ciudadana, Consejera Local del INE Estado de México, Politóloga por la UAM, con estudios en Políticas Públicas, Derecho Parlamentario, Procesos Electorales, Transparencia y Violencia Política contra las Mujeres @VivianaIslasM @Integridad_AC