Columnas
Si la derecha considera que hay sobrerrepresentación, lo cierto es que ahora la derecha, tiene el monopolio de la oposición y nadie protesta. La unión que conformó la alianza opositora en las pasadas elecciones así lo demuestra.
México es un país plural que debiera tener menos partidos y más alternativas ideológicas como opciones para elegir en las urnas. Incluso variables corrientes dentro de un mismo partido. Es claro, que, ante cualquier derecha del mundo, por moderada que sea, el gobierno de la 4T le parece cercan al comunismo, pero hay posturas dentro de México, con mayor cercanía a la izquierda.
El único partido autodenominado de izquierda, el PRD, no sólo abandonó el progresismo sino que naufragó en el océano de la corrupción. Movimiento Ciudadano, es eminentemente de derecha, nacido en la cárcel, engendrado en el PRI, y desarrollado en el oportunismo.
La derecha puede complementar su fusión en cualquier momento, la bisagra sería MC, porque está a punto de repetir la elección para gobernador de Jalisco, donde la herencia priista pesó más que la nueva política, introdujo prácticas nocivas para la democracia y deberá contar con el apoyo de otros organismos políticos, para conservar el registro, lo cual lo desenmascararía como un partido de derecha.
La derecha tiene vínculos estrechos con el extranjero, el PAN, ha dependido ideológicamente desde su nacimiento, con España, desde los falangistas de Franco hasta los fascistas de VOX.
La derecha en México mantiene un discurso que recuerdan a los viejos sinarquistas mexicanos de mitades del siglo pasado. Más aún si tomamos las palabras de los oradores de la última manifestación frente a las oficinas del INE, y de los pocos asistentes que daban a conocer en sus pancartas las mismas obsesiones que hace 100 años.
Los sinarquistas defendían la propiedad individual, aunque nunca estuvo en peligro en ningún momento ni entonces ni ahora; así como sucede con sus otras consignas que no corren ningún riesgo, tales como la libertad religiosa, la justicia social, el derecho a la riqueza, la libertad de expresión y el rabioso rechazo al inexistente comunismo.
En ese entonces los militares, como ahora sucede, eran fieles al mandato del Presidente electo democráticamente, de tal manera que los sinarquistas crearon en silencio, pero de manera constante, grupos paramilitares en defensa de libertades arriba mencionadas.
Es tanta la influencia de los sinarquistas en los conservadores mexicanos y su interés por exaltar las condiciones de inseguridad en México que la derecha pudiera crear grupos violentos entrenados en nombre de la seguridad social y de la integridad de los bienes de quienes más tienen.
La inspiración del pasado es, para los conservadores, oro puro, sobre todo ahora que reniegan de sus raíces partidistas y buscan de dónde agarrarse, aunque sea de un clavo caliente para sobrevivir.