Columnas
Antes de crear la Comisión Nacional del Agua en 1992, el gobierno federal de nuestro país tenía el control de las aguas superficiales de jurisdicción federal a través de aquélla Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos. Fue en la administración del Miguel de Lamadrid Hurtado, cuando se ordenó la construcción de 13 plantas de tratamiento de agua residuales para sanear el río Lerma-Santiago.
Fueron construidas, dice la leyenda popular, con un costo de 300 millones de dólares americanos. Pero desafortunadamente nunca funcionaron. A mi me tocó visitar una de esas plantas de tratamiento de aguas residuales (PTARs) en mi ciudad natal: La Piedad, Michoacán cuando Jaime Mares Camarena en el 2002-2004 me invitó a visitarla. En este momento el presidente municipal Mares Camarena (amigo de mi familia), dedicó importantes recursos económicos para rehabilitarla a través del Sistema de Agua Potable de La Piedad.
El problema de la grave contaminación del Río Lerma-Santiago, a pesar de haber creado el órgano auxiliar denominado Consejo de Cuenca del río Santiago, del Consejo de Cuenca Lerma-Chapala el 17 de septiembre de 1997 (hace 27 años)es que involucra a mas de 4,800 descargas de aguas residuales sin tratar de empresas con diferentes actividades económicas: ganaderos, agricultores, industriales, textileros, hoteleros y también ayuntamientos que colaboran para que el Río Lerma sea el más contaminado del planeta con 1,090 sustancias químicas (que fueron identificadas hace más de 12 años por el Instituto Mexicano de Tecnología del Agua (IMTA) en su estudio de caracterización de calidad de agua) y en el caso del tramo del rio Lerma en Salamanca, se incendia debido a los constantes derrames de hidrocarburos que emanan de la refinería chatarra Antonio M. Amor de Petróleos Mexicanos, la petrolera más quebrada, ineficiente, peligrosa y contaminante del planeta. Que envenena a más de 350,000 salmantinos con sus emisiones tóxicas de los permanentes “desfogues” de su vieja y peligrosa planta catalítica.
Debo decir que México es uno de los países del planeta que menos invierte en el tratamiento de sus aguas residuales. La propia Comisión Nacional del Agua (órgano desconcentrado de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, SEMARNAT) reconoció en 2022, que existen 4, 289 plantas instaladas, pero solo operan 2,774. Quiere decir que 1,515 PTARs (equivalentes al 35.3 %) no están operando. Pero que tuvieron un costo de cuando menos 45,450 MDP.
*Carlos Álvarez Flores, Presidente de México, Comunicación y Ambiente, A.C. Experto en Gestión de Residuos y Cambio Climático www.carlosalvarezflores.com
Twitter @calvarezflores