Emprender ha estado en la esencia de nuestra sociedad, pero no de nuestros gobiernos, porque durante la mayoría del tiempo gobernar lo han considerado como sinónimo de controlar. Y eso tiene que cambiar. No es casual que entre las miles de palabras de nuestra constitución, la palabra “emprender” no exista.
La creación de un partido político hegemónico (el abuelo del PRI y bisabuelo de Morena), sectorizó a la población en militares, campesinos, obreros y populares. De hecho, nuestra constitución menciona sectores, sin que sepamos dónde termina uno y empieza otro. Pero “emprender” o “cultura emprendedora” nada, porque la persona emprendedora escapa del control gubernamental. Por ello, para hacer negocios en México, el camino siempre fue estar muy cerca del poder, o ser el poder mismo, para que el control político siempre existiera sobre el poder económico.
Fue hasta la década de los ochentas del siglo pasado, al inicio de la apertura comercial internacional, el inicio del demonizado “periodo neoliberal”, que se entendió que una economía próspera requería de emprendedores que innovaran. Sin embargo, la reforma económica de los ochentas estuvo acompañada de una reforma política muy tímida para no perder el poder, y el resultado fue la crisis política de 1994 y económica de 1995, pero muchas semillas fueron sembrándose en el camino.
El punto de quiebre, sin duda, fue la firma del TLCAN, lo más neoliberal que pueda existir, cuya versión 2.0 ratificó nuestro país, ya con la actual administración. Sin embargo, han querido volver a controlar todo desde el escritorio de palacio nacional, como lo hizo Díaz en el siglo XIX o los presidentes del PRI del siglo XX. Y en esta contradicción, fiel a nuestra costumbre histórica, perdemos oportunidades que afectan a las personas más vulnerables. Los cambios culturales son generacionales, que pueden gestarse en menos tiempo si hay una decisión clara para ello.
En estos tiempos electorales adelantados, ¿quiénes serán los candidatos al Congreso de la Unión o a la Presidencia de la República, que en serio decidan impulsar una cultura emprendedora en nuestro país? Si no lo tienen en el radar, que sea la sociedad los que reconstruyamos dicha agenda. No bastará con una versión 2.0 de ProMéxico (que promovía al país en el exterior) o del INADEM (instituto que financiaba emprendedores), sino un verdadero cambio cultural, que desdemonice las palabras “emprender”, “persona emprendedora”, “innovación” o “libertad”. No bastará que las personas candidatas nos digan que apoyan la cultura del emprendimiento: debemos analizar sus antecedentes, si han ocupado algún cargo público, evaluar qué han hecho con él, si se han enriquecido ellos o sus subordinados, si han sido extractores de rentas, otorgando permisos a cambio de favores.
Cualquier gobierno que tenga por prioridad controlar a la gente no será bueno, porque naturalmente controlarán nuestra libertad. La prosperidad del país está ligada al éxito de miles de historias de emprendimientos exitosos, que sólo pueden florecer en entornos seguros.