El Reino Unido se ha convertido en una señal de advertencia contra los demagogos. Tipos como Boris Johnson y Nigel Farage lograron engatusar a este gran país, antes famoso por su sano y racional escepticismo, con falacias tan absurdas como asociar el proyecto europeo con Hitler. Hoy el engaño se desmorona. El Brexit ha representado una caída de 5.5 por ciento del PIB desde su entrada en vigor, además de un desplome de 11 puntos porcentuales en la inversión y de 7 en el comercio transfronterizo (último trimestre de 2022).
La economía británica se ve lastrada con más inflación y una recesión mayor a la padecida por los países de la zona euro. El agujero fiscal obligó al gobierno de Rishi Sunak a anunciar recortes de gasto y a subir impuestos. Se ha exacerbado la desaceleración de la productividad y se ha desatado una ola de huelgas en el sector público. Gran Bretaña continuará rezagada con respecto a sus vecinos europeos en el futuro previsible y su desempeño económico será el peor para un miembro del G-20 por lo menos los próximos dos años.
El Brexit ha tensado severamente las relaciones entre Londres y los gobiernos locales de Gales, Escocia y, especialmente, Irlanda del Norte. La reimposición de una frontera terrestre en Irlanda es inaceptable porque atenta contra el acuerdo de paz del Viernes Santo, firmado hace 25 años. Por eso el gobierno de Johnson optó por establecer una frontera en el Mar de Irlanda, pero la medida no funcionó.
Sunak acaba de firmar un nuevo acuerdo con la UE para proporcionar un entorno comercial menos burocrático y más eficiente. Sin embargo, los unionistas radicales lo rechazan porque lo perciben como una amenaza para la permanencia de la región dentro del Reino Unido. Londres prioriza su necesidad de recomponer sus relaciones con Bruselas sobre los intereses de los ultras nacionalistas de Belfast.
Las encuestas son claras sobre la nueva impopularidad del Brexit. En una de la empresa YouGov publicada la semana pasada el 53 por ciento lo considera un error, mientras el 32 por ciento aun lo supone una decisión correcta. En una de Ipsos (enero) el 45 por ciento responsabilizaba al Brexit de un deterioro en su calidad de vida, frente a solo un 11 por ciento satisfecho.
El partido Conservador, al cual pertenece el primer ministro Sunak, se ubica detrás del opositor Partido Laborista por más de 20 puntos (las elecciones serán en 2024). Mientras tanto, en las naciones europeas toman nota del desastre del Brexit e incluso líderes populistas de izquierda y derecha como Marine Le Pen, Jean Luc Melenchon y Georgia Meloni han abandonado o moderado considerablemente su discurso antieuropeísta. De ese tamaño es la debacle de un fraude.