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En la Ciudad de México, el uso de motocicletas ha crecido como alternativa ante el tráfico cotidiano. Sin embargo, esta expansión ha traído consigo una serie de problemas urgentes que requieren regulación, como la circulación entre carriles, la falta de medidas de seguridad y la creciente violencia vial. El reciente festival AcaMoto 2025, en Acapulco, puso en evidencia la magnitud de estos retos. A pesar de no ser un evento oficial, congregó a más de 100,000 personas y 10,000 vehículos, dejando un saldo de al menos ocho muertos, decenas de heridos, motocicletas decomisadas y actos vandálicos.
Uno de los principales focos de atención es la práctica del “filtrado”, cuando las motos circulan entre autos detenidos. Aunque en teoría puede reducir la congestión, en la práctica mexicana esta maniobra se realiza sin precaución ni límites de velocidad, provocando accidentes frecuentes y una atmósfera de tensión constante entre automovilistas y motociclistas.
Además, la circulación desordenada, la falta de placas visibles, la omisión de señales de tránsito y las agresiones en vía pública alimentan un entorno de impunidad y violencia cotidiana. Las autoridades, por su parte, no han logrado establecer mecanismos de control eficaces, en parte porque las motos son más difíciles de identificar y en parte por la débil aplicación de la ley.
Otro problema grave es el transporte de menores y la sobrecarga de pasajeros. Ver a familias completas en una sola motocicleta, sin cascos ni medidas mínimas de seguridad, se ha vuelto común, especialmente en zonas populares. Esta práctica representa un riesgo inaceptable que debe ser sancionado con firmeza.
El uso del casco, aunque obligatorio, sigue sin respetarse ampliamente. Muchos motociclistas, especialmente repartidores, circulan sin él, ya sea por descuido o presión laboral. Esta omisión sigue cobrando vidas semana tras semana. Por ello, es vital acompañar las campañas de concientización con operativos constantes de verificación.
El caso del AcaMoto 2025 evidenció también la falta de preparación institucional ante eventos masivos. Con solo 300 elementos de seguridad desplegados, la capacidad de control fue claramente insuficiente ante una multitud tan grande. Aunque hubo una alta derrama económica —más de 900 millones de pesos—, este beneficio no puede justificar la pérdida de vidas y el desorden generado.
Es urgente implementar una regulación integral para el uso de motocicletas, así como una planificación efectiva para eventos similares. Las medidas actuales, como puntos de revisión o prohibición de arrancones, son positivas, pero solo serán efectivas si se aplican con rigor y respaldo legal. Solo así las motocicletas dejarán de ser un riesgo y se convertirán en una opción segura y responsable de movilidad.
¿Consideras que deben regularse de mejor forma la circulación de los motociclistas? Me interesa tu opinión, escríbeme en redes sociales, estoy como @federicoreyestv