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Acoso escolar, un desafío que abruma a las instituciones educativas

Acoso escolar, un desafío que abruma a las instituciones educativas

Columnas miércoles 22 de marzo de 2023 -


Exdiputada federal, asesora de la AC Impulsa y colaboradora del STUNAM

La violencia en las escuelas parece incontenible; los programas implementados por la Secretaría de Educación Pública para combatir el bullying no han encontrado la fórmula para evitar el maltrato físico y psicológico en las aulas. El también llamado acoso escolar ha tenido graves consecuencias en nuestro país, desde la desaparición de personas, suicidios y homicidios, como el ocurrido hace unos días en el Estado de México.

El caso de Norma Lizbeth, la niña de 14 años –quien pereció tras ser golpeada brutalmente por una compañera de clases–, nos lleva a preguntarnos si ese tipo de comportamiento violento es ya producto de la profunda descomposición del tejido social en nuestro país. Lo ocurrido en Teotihuacán se suma a otros casos, como el de un estudiante en Tampico que murió después de ser agredido en grupo por sus compañeros; en Cancún, un niño de 9 años víctima de bullying se suicidó, y los adolescentes Luis Antonio Ortiz Guerra y Andrés Barba fueron asesinados en Zapopan por burlarse y maltratar al hijo de un narcotraficante.

El término bullying –que incluye agresión física, verbal, social y ciberbullying, y que desafortunadamente ya forma parte de nuestro vocabulario cotidiano–, se deriva de la palabra inglesa bully, que significa matón, acosador o abusador. Aunque el concepto de acoso y hostigamiento entre niños y adolescentes ha existido desde hace mucho tiempo, su contexto en el terreno escolar se popularizó en la década de 1970, definido por el psicólogo noruego Dan Olweus como “un comportamiento negativo, intencional y repetitivo hacia una persona por uno o más individuos, donde existe un desequilibrio de poder”.

Al igual que en otras partes del mundo, ya es un problema significativo en México y América Latina, y aunque es difícil obtener cifras exactas, según un informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) publicado en 2017, México ocupó el primer lugar entre los 34 países miembros en casos de bullying en educación básica. Mientras tanto, un estudio realizado por el Instituto Nacional de Evaluación para la Educación (INEE) indicó que el acoso escolar afecta a una gran proporción de estudiantes en el país. De acuerdo con la organización internacional Bullying Sin Fronteras, entre 2020 y 2021, siete de cada 10 niñas, niños y adolescentes sufrieron algún tipo de acoso, lo que coloca a México como uno de los países a nivel mundial con mayores casos de acoso escolar.

Y aunque el bullying no está tipificado como delito en nuestro país, hay voces que reclaman una Ley Federal contra el acoso escolar en donde se tomen en cuenta los derechos humanos, el principio pro persona y el interés superior de los menores para combatir esta práctica de manera eficaz y evitar que se incremente el número de muertos por ese motivo. No queremos más menores en la cárcel, pero es importante establecer límites, reglas y sanciones en el núcleo familiar y en las escuelas para que los jóvenes tomen conciencia de sus actos y entiendan que, si en la escuela y en su casa son solapados, las autoridades no lo harán.

Algunos profesores, sobre todo del estado de Guerrero, coinciden en que el acoso escolar es una manifestación de la crisis social y de inseguridad. Mientras tanto, analistas y articulistas, como Eduardo Caccia, proponen que para combatir la violencia necesitamos trabajar dentro y fuera de las escuelas. En su colaboración para el periódico Reforma, aseguró que tener mejores alumnos implica tener mejores padres de familia: "Los alumnos (usualmente) son el reflejo de sus padres”.

Un estudio sobre bullying realizado en Colima refiere que las víctimas concentran muchas de las agresiones no sólo de los acosadores, sino también de los compañeros de clase que lo permiten y fomentan para no ser los elegidos. Es decir, no hay lazos de solidaridad o de apoyo; el bullying es respaldado por el colectivo escolar y eso ayuda a su permanencia y reproducción.

Lo anterior lo han entendido muy bien en Finlandia, que posee una de las mejores estrategias para combatir el acoso escolar. Christina Salmivalli, profesora de Psicología de la Universidad de Turku, encabezó a un grupo de expertos que determinó que las iniciativas contra el bullying sólo tendrían éxito cuando se decidiera trabajar con los que aplaudían las humillaciones de los acosadores.

A través del programa KiVa (contra el acoso), los estudiantes aprenden sobre las emociones, el respeto en las relaciones, la presión de grupo y lo que ellos podrían hacer para terminar con el acoso escolar. El objetivo es que se tome conciencia del daño que pueden ocasionar al permanecer como testigos y lo que tienen que hacer para terminar con un caso de bullying. Las consecuencias del acoso escolar incluyen efectos negativos y duraderos en sus vidas y en la sociedad en general.

Es crucial que los gobiernos, las instituciones educativas y la sociedad en su conjunto tomen medidas para prevenir y combatir este fenómeno. Esto incluye desarrollar políticas y programas de prevención, capacitar a maestros y personal escolar, involucrar a los padres y la comunidad en la lucha contra el acoso escolar, y promover la educación en valores y habilidades socioemocionales en los estudiantes.

Hay legisladores que han propuesto la realización de pruebas psicológicas en las escuelas, al menos una vez al año, para detectar problemas de depresión, hiperactividad, autismo o cualquier otro padecimiento de este tipo, ya sea por violencia intrafamiliar, falta de atención, acoso escolar y demás factores de riesgo que alteran la estabilidad de las y los menores de edad. Sin embargo, la propuesta también debe ir acompañada del diseño de políticas públicas orientadas a garantizar el derecho de los estudiantes a una vida libre de acoso en los planteles escolares y a una convivencia pacífica.

Estas políticas podrían incluir la implementación de programas educativos integrales que aborden la prevención y el manejo del acoso escolar, la promoción de un ambiente escolar seguro y respetuoso, y el establecimiento de mecanismos claros de denuncia y seguimiento de casos de bullying.

En última instancia, el objetivo es educar a niños y jóvenes que sean capaces de convivir en armonía y respeto mutuo, y que sean conscientes de sus derechos y responsabilidades como ciudadanos en una sociedad democrática y diversa. Sólo así podremos erradicar el bullying y sus graves consecuencias, y asegurar un futuro más seguro y próspero para todos.

Exdiputada federal, asesora de la AC Impulsa y colaboradora del STUNAM


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