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Columnas
El problema de diseñar la conformación de una nueva casta política con base en elecciones de voto directo que no empatan en temporalidad con ninguna otra, es que todo (la preselección, los compromisos, la campaña y la cargada) se somete a la lógica de la movilización corporativa y la propaganda desarticulada. Revisemos punto por punto lo que implica mi afirmación anterior. El nuevo poder judicial será una casta, en sentido antropológico del término, porque el de ahora, que están derrocando, también lo era. Durante décadas, el poder judicial federal ha estado integrado por pocas familias que van colocando a toda su estirpe mediante imposiciones abiertas, dados cargados en concursos hechos a la medida y nombramientos cruzados entre compadres de toga. Hay miles de historias donde una persona era explotada sin sueldo alguno ("meritorios", les llamaban a estas cabronadas), y luego de un año o dos, accedía a una plaza interina, a la que le hacían renunciar para dársela al sobrino del señor Magistrado Del Asco. Los pocos que lograban entrar, no cambiaban las prácticas, sino que reproducían el modelo. Pero, además, a diferencia de la clase política legislativa, que en el fondo se sabe impostora, estos sujetos se sentían (se sienten) los mejores abogados de México y el único bastión que ha salvado al país de caer en la barbarie. Todo lo anterior, porque saben citar 10 artículos de la Ley de Amparo a 300 km/hr. Payasos. Y es todo lo anterior, impermeabilidad y complejo de superioridad incluidos, lo que los encuadra como una casta hecha y derecha.
Lo anterior es independiente de la crisis que viene, por supuesto. Porque la organización de comicios es carísima, y a la única que sale a votar la mitad del padrón con cierta convicción es a la presidencial. Por eso la hacen coincidir con las más que se puedan, porque si hicieran las de diputados locales totalmente separadas de las demás, no saldrían a votar ni sus parientes. A ese riesgo de apatía récord se está enfrentando la elección judicial. Y al ser tantos candidatos, lo que vemos es que muchos conocidos están haciendo campaña, y nos enteramos por su Instagram o su tik tok, porque no hay más. Y eso es patético y revelador. Aunque las candidatas y candidatos de repente dicen, en algún lugar de la foto o del video, el distrito al que pertenecen y el color, no está claro para casi nadie cómo hay que llenar la famosa boleta electoral, que parece más tedioso que un formulario crediticio. Lo más probable es que veamos desplegado un voto corporativo, en bloque y sin guardar mucho las formas, con grupos de personas vestidas igual y con el mismo corte de cabello, bajándose de autobuses o reuniéndose en puntos de encuentro para recibir indicaciones como si fueran a nutrir alguna marcha. Los cinco opositores que quedan estarán “denunciando” los incidentes sin que a nadie le importe. ¿Serán buenos y honestos los que lleguen? Ni idea, esa es harina de otro costal. Al principio es probable que sean incompetentes, porque nunca han desempeñado cargos semejantes. La curva de aprendizaje será costosa para los justiciables.
Las elecciones en las que nadie quiere salir a votar porque a nadie le importa, el reto del gobierno no es hacer fraude para revertir el resultado, sino mandar contingentes de servidores públicos, policías y militares con consigna y lista de favoritos, sólo para que parezca que votó alguien, y aún así habrá un porcentaje de abstencionismo digno de los años más aciagos del priísmo en Durango. La perversidad del caso es que quizás la rifa no esté arreglada, pero casi todos creen que lo está, y entonces los únicos que compran los boletos son los amigos del organizador, que por ende van a ganar todos los premios. El resultado confirmará la creencia de que los números ganadores ya estaban dados, y el nuevo estamento judicial empezará con un déficit de legitimidad enorme. Y los que se queden de los que ya están, es decir, los que sigan en funciones, se enfrentarán a nuevos jefes que no conocen de formas ni de límites. Porque esta creación de usos, costumbres, parámetros y reglas no escritas, es parte del proceso natural durante el surgimiento de una nueva casta. Porque eso es.