Columnas
Hace unos días, en el marco de la Primera Sesión Ordinaria del Consejo Nacional del Sistema Nacional de Transparencia, el Comisionado Presidente del INAI, Adrián Alcalá, hizo un llamado para reconocer la complejidad del momento histórico y político que atraviesa el Estado mexicano, a propósito del continuo intento de desacreditar a los organismos autónomos, particularmente a los garantes de transparencia y protección de datos personales.
Con justa razón, no podemos, ni como autoridades, ni como ciudadanos, ser ajenos a esta realidad, pues están de por medio no solo instituciones que tutelan derechos humanos, sino la propia normalidad democrática de nuestro país.
Y es que los organismos garantes de estos derechos se han constituido ya en elementos esenciales y necesarios para la sostenibilidad de la normalidad democrática, por múltiples razones. A continuación, comparto tres:
En primer lugar, se tratan de instituciones que tienen su origen en la movilización de la sociedad civil organizada. Recordemos que es con el Grupo Oaxaca que se impulsa la primera ley de transparencia en México y, con ello, el inicio de la construcción del entramado institucional para el ejercicio de este derecho. Su génesis social ha contribuido indiscutiblemente a ese afianzamiento dentro del sistema político mexicano contemporáneo.
Por otro lado, resalto la importancia de que los órganos garantes de estas materias hayan sido concebidos como órganos autónomos, pues esta calidad es la que les permite tener libertad técnica y de decisión, que, a su vez, se traduzca en certeza y seguridad en la tutela de estos derechos, facilitando su protección y promoviendo la imparcialidad en la toma de decisiones, sin sesgo hacia ningún poder político o económico. De ahí que resulte inviable la sola idea de sugerir que las funciones que llevan acabo puedan pasar a una dependencia del Ejecutivo federal o local.
Y un tercer elemento que me parece fundamental es el de la especialización técnica de estos organismos. Particularmente en la era digital en la que nos encontramos, de un intenso desarrollo tecnológico, resulta indispensable contar con órganos con solvencia y especialización técnica, que permita la garantía de estos derechos con pleno conocimiento de causa.
Estas son tan solo tres ideas por las cuales considero bien vale la pena defender estas instituciones que son parte ya del entramado institucional de nuestro país. Desde luego, existen áreas de oportunidad que deben atenderse. La crítica y autocrítica, acompañada de un diálogo permanente con todos los sectores, debe ser guía para la mejora continua de nuestras instituciones.
Sin embargo, ante las circunstancias actuales, hoy toca defender con trabajo y resultados, guiados por la inteligencia y la creatividad, lo mucho que nos ha costadoconstruir a lo largo de las últimas décadas. Lo que está de por medio no es menor, es la preservación misma del diseño institucional mexicano y de la propia normalidad democrática. Ni un paso atrás en su defensa. Con ello, hagamos lo que nos corresponde.
Mtra. Laura Lizette Enríquez Rodríguez
Comisionada Ciudadana del INFO CDMX
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