No es poca cosa la historia latinoamericana de golpes militares. La historiografía está repleta de condenas a los golpes de derecha y a las rebeliones de izquierda. Nunca hubo nada más que sacara de sus casillas a Hugo Chávez que catalogarlo de golpista por su fallido punch de febrero de 1992.
La frase ruido de sables ha devenido en sinónimo, desde que comenzara a usarse en Chile hace casi un siglo, de una situación de tensión dentro del sector castrense. El ruido de sables hace referencia a que algo huele mal en Dinamarca. Los cuarteles están inquietos, se preparan rebeliones o existe un estado de inquietud en torno al rol que pueda jugar la fuerza armada.
No es nuestra especialidad el estudio de lo que acontece en los cuarteles en Venezuela, pero algo debe estar ocurriendo, cuando se registran dos hechos que en apariencia no tendrían conexión alguna.
Por primera vez en la historia venezolana del último siglo no habrá un desfile militar para conmemorar el 24 de junio. Ese día se recuerda a la batalla de Carabobo, en 1821, y la exitosa estrategia militar de Simón Bolívar. Hace 7 décadas precisamente para honrar a los uniformados se escogió esta fecha como día del ejército venezolano.
Lo que ha ocurrido a lo largo de la historia, al menos en los últimos 100 años, es que el 24 de junio ocurre un desfile militar y es una fiesta dentro de los cuarteles venezolanos.
De forma simultánea a la visita de la señora Michelle Bachelet, alta comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, se registró una ola de detenciones dentro de las fuerzas armadas.
Sebastiana Barraez, periodista especializada en la fuente militar, ha indicado que fueron detenidos por la policía política, el Servicio Bolivariano de Inteligencia (SEBIN), uniformados de la aviación: el general de brigada Miguel Sisco Mora, el coronel Miguel Castillo Cedeño, el coronel Francisco Torres Escalona. Asimismo el teniente coronel del ejército Pedro Caraballo Lira y el capitán de corbeta Rafael Acosta.
Los familiares de los militares detenidos han denunciado este 24 de junio que éstos están incomunicados. ¿Miedo? ¿Temor a una rebelión en marcha? ¿Decisión de inteligencia para desbaratar algún movimiento? Cualquiera de estas posibilidades, como explicación a estos acontecimientos, en el fondo nos lleva al ruido de sables.
El 4 de agosto de 2018, mientras se celebraba un acto con la militarizada Guardia Nacional Bolivariana, Nicolás Maduro fue evacuado tras oírse una fuerte explosión. La transmisión oficial por televisión fue cortada de manera abrupta luego de mostrar a cientos de soldados huyendo, en pleno centro de Caracas.
Tal hecho, junto a la respuesta caótica y huidiza de los uniformados, dejó mal parado al régimen en su capacidad de respuesta ante un hecho inesperado.
Ni aquello ni la suspensión del acto de este 24 de junio, a fin de cuentas, deja bien parado a Maduro.
Periodista e investigador de la Universidad Católica
Andrés Bello, en Caracas.@infocracia