Un recorrido por la historia, naturaleza, utilidad y vida de los compañeros de infancia por excelencia, es al que invita La vuelta al mundo en 150 juguetes, exposición montada en el Centro Médico Nacional Siglo XXI, con una selección de piezas del Museo Nacional de las Culturas del Mundo (MNCM).
La colaboración entre la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), y el Instituto Mexicano del Seguro Social hizo posible esta muestra, la cual, mediante un conjunto amplio de juguetes, provenientes de 25 países, enseña sobre la diversidad social y humana.
Y es que, como explica su curador Antonio García Zúñiga, un juguete puede, al mismo tiempo, traer grandes aprendizajes, prepararnos para la convivencia social, servir de adorno, representar un reto intelectual, satisfacer un modo de vida, así como participar de rituales, de ahí el subtítulo de la exhibición: Desdibujando fronteras conceptuales.
La meta de La vuelta al mundo en 150 juguetes “no es producir nostalgia, sino entablar un diálogo con los objetos que se presentan, a partir de percibirlos en su complejidad, admirarlos en sus evocaciones e interrogarlos en su sencillez”, detalla el investigador del INAH, comisionado al MNCM.
La preparación de este montaje le condujo a seleccionar centenar y medio de piezas, de entre las cerca de 700 que están catalogadas como juguetes en las colecciones del museo, todas ellas donadas por distintos gobiernos del orbe. Las que componen esta muestra proceden de América del Norte y Centroamérica, Europa, Rusia, China, India, Japón, Indonesia, Papúa Nueva Guinea, países de África Occidental y la península arábiga.
El público verá los muñecos a escala kokeshi, de Japón, los cuales, posiblemente, sirvieron de inspiración para crear las matrioshkas rusas a finales del siglo XIX, con la diferencia que estas pueden contenerse unas dentro de otras; veleros de maqueta de Catar y Grecia; juegos móviles de plomo, procedentes de Alemania; figuras zoomorfas inuit (esquimales) talladas en piedra, etc.
En las formas y los materiales de los juguetes está mucho de la vida, historia y pensamiento de las comunidades donde se hacen y usan, insiste Antonio García, al citar dos ejemplos que le resultan interesantes: la primera, es una muñeca saharaui. Siendo niñas, a las mujeres de este pueblo del Sahara Occidental se les entrega una figurilla femenina tallada en hueso, la cual peinarán, vestirán y adornarán al paso de los años, como símbolo de su propia evolución, y será una pieza central una vez que se desposen.
La otra, es una muñeca seminola, hecha con fibra de coco y textil de Estados Unidos, cuyos rasgos hablan del devenir de este pueblo indoamericano que se mezcló con negros cimarrones (esclavos fugitivos), “pero que, además, conecta con la historia de México, porque hubo una migración afrodescendiente seminola en Ciudad Múzquiz, Coahuila, y es el origen del grupo afromexicano conocido como mascogos”, explica el lingüista.
La exposición invita a pensar que los juguetes poseen significados que merecen ser reflexionados con profundidad y la mente abierta: “Hoy, la mercadotecnia impone la idea de que un juguete es un objeto que contiene violencia, desarrolla el aislamiento y se desecha. No hace mucho se valoraba el ingenio y lo sencillo.
“Aun así, en la variedad del universo de los juguetes se detectan coincidencias; se ha demostrado que la empatía y la valoración afectiva son piezas importantes en el nacimiento y la difusión de la cultura humana. Pensemos en las razones por las que se extinguen, cambian o resurgen”, concluye.
La vuelta al mundo en 150 juguetes. Desdibujando fronteras conceptuales permanecerá hasta abril de 2024, en la Sala de Exposiciones del Centro Médico Nacional Siglo XXI (av. Cuauhtémoc 330, col. Doctores, Ciudad de México). Horario: lunes a viernes, de 8:00 a 17:30 horas. Entrada gratuita.
Imagen: INAH