Desde la avasallante victoria de Andrés Manuel López Obrador en la contienda electoral por la presidencia, en 2018, el PRI ha hecho la política del avestruz, decidió un bajo perfil y dejó el protagonismo de la incipiente oposición al PAN.
El priismo pasó a ser una especie en extinción y se retiraron a lamerse las heridas esperando a que el PAN absorba, en su arrogancia, su falta de sensibilidad social y la ignorancia de la historia, el rencor de la sociedad que salió en las elecciones pasadas a votar y sacar del poder a la derecha que traicionó sistemáticamente al pueblo.
El plan no era malo, el PAN tiene un discurso autodestructivo y una historia llena de corrupción, que iba siendo el pararrayos para disminuir el recuerdo de los graves traumas que dejaron más de 70 años en el poder.
La 4T dirigió sus cañones a la corrupción y guerra que dejaron de herencia el panismo de Felipe Calderón: Genaro García Luna fue símbolo de poder e impunidad, el hombre más cercano al expresidente, y el ofensivo caso Odebrech y Vicente Fox que desapareció miles de millones de pesos de los excedentes petroleros e hizo de Pemex su mina de oro.
Sin embargo, la historia alcanzó al PRI y Duarte, y su arresto en Florida revivió el dulce sabor de su derrota, pero también trajo esa necesidad de justicia ante los gravísimos actos de corrupción y de actos delictivos que construyeron en cada día de sus gestiones presidenciales y en cada municipio y estado del país.
La captura en Florida, Estados Unidos, de César Duarte, quien fuera gobernador de Chihuahua entre 2010 y 2016, se suma a la lista de gobernadores del tricolor aprehendidos por actos de corrupción junto con Javier Duarte —capturado en Guatemala— y Roberto Borge —en Panamá—.
La dirigencia nacional del dinosáurico PRI esconde la mano después de miles de piedras lanzadas. En momentos en que hay tres integrantes del gobierno pasado con órdenes de extradición (el exgobernador de Chihuahua, César Duarte; Emilio Lozoya y Tomás Zerón). El PRI advirtió que “no pagará los costos” por los errores de quienes violaron la ley.
La justicia exige que los que se enriquecieron robando a México asuman sus responsabilidades, pero no sólo ellos, pues son parte de un proyecto que construyó las facilidades para que estos delincuentes se reprodujeran. La derecha del PRI y el PAN, toda, es responsable de los actos delictivos de sus miembros, pues se necesitó de todo el andamiaje para el éxito de sus robos. No pueden negar el elefante que vive en su sala, pero la sociedad no lo permitirá. Queremos cambiar el país y el castigo para los que pusieron de rodillas al país es vital para fortalecer un México más justo para todos.